miércoles, 25 de mayo de 2005

Walter Weissmuller

Serían las 9:00 de la noche cuando hemos salido de la oficina todos en pandilla. Walter y yo, que íbamos algo adelantados, hemos esperado en lo alto de las escaleras del jardín a que apareciesen los demás. Había luz todavía y hacía bastante calor para ser tan tarde.
Walter, con la mirada perdida en lontananza, ha suspirado sonoramente, uno de esos suspiros de enamorado o de filósofo conformista que se rinde a la realidad que le supera.
"Hija, qué ganas de que nos abran la piscina de una vez. ¿La han vaciado ya?"
Yo le he mirado por un segundo y me he dado cuenta de que no era la lontananza lo que miraba, sino el parapeto de cáñamo que rodea y resguarda de mirones casuales la piscina de la ofi.
"No, y cada día se parece más al Lago Ness"
Walter ha vuelto a suspirar, esta vez con resignación.
"Qué ganas, qué ganas de que la abran ya".
"Calla, calla, que cuando se entere la gente de que además de blog y tele para ver a Arguiñano, en la oficina tenemos piscina..."

2 comentarios:

IVAN REGUERA dijo...

Lo malo es que antes de ir a la psici tengo que bajar peso, que estoy algo fondón. Que en vez de Johny Weissmuller me van a llamar Johny Weissburguer...

fridwulfa dijo...

Sagerao... qué importan unos kilos de más cuando se cuenta con una personalidad arrolladora y ojos azules a juego con el fondo de la piscina... Lo que hay que hacer es pasarse antes por un centro de bronceado que cuando nos quitemos la ropa y nos echemos en las tumbonas con nuestras "can-nes" color cal vamos a parecer las marcas de señalización de un helipuerto... blancas y reflectantes.