miércoles, 4 de mayo de 2005

Dubiduuuu, shubidaaaaa

"Mami, cómprame unas botas, que las tengo rotas, de tanto bailar
este baile divertido, que todos los niños quieren practicar...
Charlestooooon, charlestooooon, cómo alegra mi corazón"

Ésta es la alegre cancioncilla que cantamos Walter y yo de regreso a la ofi después de comer.
El tema, en su versión en inglés, estaba sonando de fondo en el televisor cuando salíamos del restaurante y, como en un revival, nos hemos puesto los dos a cantarlo.

"¿Esto quien lo cantaba?" me pregunta Walter, dejándose los sesos.
"No sé... Rafaella Carrá, creo" y me paro a pensar un momento "Ah, no, espera, la Carrá cantaba eso de Mamá dame cien pesetas, porque a América me voy... pero no sé si un día volveré..."
Walter y yo nos partimos de risa mientras caminamos hacia la oficina.
El día acompaña, hace sol, estamos todos de buen humor y el vinito que nos hemos tomado con la comida ayuda bastante a levantarnos más el ánimo.
Ya en la oficina nos preparamos un café, más bien lo prepara Walter, mientras yo sigo cantando y bailando el charleston.
"Te ha dado fuerte ¿eh?"
"El vinito, que como no tengo costumbre... " me excuso yo.
"Ya veo, ya"
Walter pone en marcha el microondas y se asoma a la ventana.
"Claro, como él está acostumbrado a beber" pienso, mientras sigo dando pasos de charleston al ritmo de la canción, que sigue dando vueltas en mi cabeza.

"¡¡¡Quiero salir, quiero salir, quiero salir!!!"

Alarmada por los gritos me giro y descubro a Walter, el sobrio y siempre digno Walter, agarrado a los barrotes de la ventana, sacudiéndolos con desesperación.

La risa floja me puede y tengo que apoyarme en la mesa para no irme al suelo.
"Sólo nos faltan las tazas de aluminio para sacudir los barrotes" añade Walter, en el que ahora descubro un sospechoso rubor en las mejillas.
"Joder con el vino de la casa"
"Sí, sí, yo tengo unos calores... así de repente"
"Charlestooooon, charlestooooon, cómo alegra mi corazón"
"Dudubidudú" apostilla Walter.
"¿Y si nos vamos al césped a retozar un rato?"

Pero el pitido del microondas nos devuelve a la realidad. Mañana, tal vez, haya más suerte.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Enrique y Ana guapa... eran Enrique y Ana... Mucho U2 y no tienes respeto por la reciente historia musical de tu país.

Arriba España... jejeje

fridwulfa dijo...

En que eran Enrique y Ana caimos minutos después, pero no la prosa fluía el trabajo se me acumulaba y no quería distraerme de tan bella redacción. Jejeje.

Anónimo dijo...

Elegante atuendo a fe mía...

Talmente una pobre oficial del estado.

fridwulfa dijo...

Talmente, talmente ¿y ud. cómo lo sabe, caballero/a?