martes, 7 de junio de 2005

"Si tú me dices ven... lo dejo todo"

"Ven pronto..." me dice anoche Charlie. "Que no tengo llaves y no puedo entrar en la oficina".

Y ahí estoy yo, como una gilipollas, a las 9 de la mañana cayéndome de sueño.

"Te espero en Marpi" me informa Charlie.

Y a "Marpi", que es la cafetería de la esquina, dirijo mis pasos y allí me encuentro a Charlie, en bermudas y alpargatas, con es pinta de guiri despistado, tomando un café y leyendo el periódico tranquilamente.

"¿Hay tiempo para que me tome yo algo o tienes mucha prisa?" pregunto, porque no he desayunado y, además, estoy de bastante mal humor. Charlie asiente y yo me giro a Marcelo, que es el dueño, el camarero, el rey de los bocadillos y uno de los tipos más majos de todo Madrid "ponme un café con leche, por favor".

-"¿Lo acompañamos de una porrita?"
-"Que sean dos."

Café con leche, dos porritas, cinco minutos de reflexión en silencio mientras mastico y empiezo a volver a mi ser. Charlie, que tiene una especie de sensor para detectar mis malos momentos, me mira de reojillo sin decir nada.

-"Ok, yo estoy lista nos vamos cuando quieras"
-"Vale, pero tendrás que invitarme, porque además de las llaves me he dejado la cartera".
-"Joder, tío, desde luego... pues llevo dinero de coña, la próxima vez que te dejes las llaves, chato, llamas a Walter y que madrugue él".
-"Si es que llevo dos días... encima con el fresco que hace me estoy cagando de frío, yo que me he venido así, vestido de Pepito Piscinas".

Y a mí me da la risa y se me olvida el madrugón, el dolor de cabeza y el cabreo que traigo.
"Si tú me dices ven..."

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