martes, 21 de junio de 2005

Extraños en una acera

Hoy al mediodía me ha ocurrido una cosa muy curiosa, volvía de Correos, de enviar un paquetito a Argentina...
"Pero mujer ¿cómo envías esto por correo?" me dice el de la ventanilla "vete mejor para allá y lo llevas en persona, con lo fresquito que se está allí ahora".
"Ya me gustaría, ya"

Pues eso, que volvía yo a la oficina pensando en cuánta razón tenía el de la ventanilla de Correos y en lo bien que estaría yo ahora en Buenos Aires visitando a amigos porteños, comiendo exquisiteces de la tierra y escapando del calor, cuando me he fijado en un muchacho que avanzaba calle arriba por la otra acera.
"Me suena su cara" he pensado, y tratando de averiguar de qué, me he quedado mirándolo más fijamente de lo que permite la buena educación.
Cuando estabamos casi a la misma altura, el muchacho ha levantado la mano en gesto de saludo y yo, que seguía pensando en quién demonios podía ser, he seguido caminando como si tal cosa, demasiado insegura como para devolverle el gesto, no sea que después de levantar la mano y sonreírle resulte que está saludando a la rubia que viene detrás de mí -que no sería la primera vez- y el pobre se ha quedado así, con el gesto congelado y cara de gilipollas, mirándome extrañado. Espero, sinceramente, que no piense que soy una borde o una maleducada, espero que él tenga las mismas dudas que yo y que piense que no le he reconocido -porque no le he reconocido- o que se ha equivocado y que en realidad no soy yo sino alguien que se me parece mucho.
Y mientras, sigo aquí tratando de situar la cara del muchacho en alguno de mis entornos, tratando de averiguar quién coño es y de qué coño le puedo conocer. Y todavía pienso que es una pena que no haya tenido la suficiente soltura como para gritarle desde la acera de enfrente: "oye, perdona de verdad, pero es que sé que te conozco pero no sé de qué" y así salir de la duda.
Pero yo, desgraciadamente, no tengo el desparpajo de J, primo de mi amiga S, que un día en que iban juntos por la calle se encontró con un conocido desconocido de estos, como me ha pasado hoy a mí, y tras quedarse mirándolo con fijeza optó por no ser descortés y se acercó a él educadamente:

"Hola ¿qué tal?"
"Hombre, ¿cómo te va?"
"Bien, bien. Cuánto tiempo ¿no?"
"Pues sí, la verdad"
"Bueno y ¿qué tal todo?"
"Pues bien, trabajando, ya sabes"
"Sí, sí, qué me vas a contar. Oye, pues nada, me alegro de verte"
"Lo mismo digo, hasta luego"
"Hasta luego, ya nos veremos"

Y el conocido de J se alejó calle abajo tranquilamente mientras S, que había presenciado la conversación en atónito silencio, se volvía a su primo.

"Oye y tú a éste... ¿de qué le conoces?"
"Pues si te soy sincero... no tengo ni puta idea, pero me suena muchísimo su cara"
"Toma, claro que te suena, como que es Luis Alfonso de Borbón"

No hay comentarios: