CATETOS A BABOR por Pablo Tobías

Ahí os dejo un texto que me ha gustado mucho de mi amigo Pablo, que es un chico muy educado, muy limpio y escoscado y que, además, escribe estupendamente.

El otro día, mientras veía cómo el "David" Buenafuente entrevistaba a Blanca Portillo, asistí a una de las mayores muestras de "pueblerinismo" de los últimos tiempos.

Poniendo por delante que ya sé que la palabra "pueblerinismo" no existe (pido copyright) y que Blanca me parece una gran actriz y mejor persona, no os vayáis a pensar, adelantaré que fue ella la que dijo lo que dijo, y la que al hacerlo, me dio por saco.

Buenafuente le estaba preguntando por el rodaje de esa pica en Flandes (nunca mejor dicho) de nuestro cine que es Alatriste y, entre muchas otras cosas, le preguntó por las cualidades y calidades de los decorados, a lo que ella respondió, agarraos, que parecían los de una película americana. Americana. Hay que joderse.

Lo siento, Blanca, pero es inadmisible. No nos podemos permitir, y menos ahora y menos los de la profesión, decir que hemos conseguido un decorado tan bueno que parece de otro país. Tenemos que reivindicar lo que es nuestro como si fuera nuestro, y decir que los decorados de Alatriste son tan cojonudos que nos hemos superado, y que ya iba siendo hora de que hiciéramos superproducciones en este país y que además las podemos hacer mejor que nadie.

Es el momento. Ahora o nunca. Tras los veinte millones de presupuesto de Alatriste ha de abrirse una brecha de grandes proyectos que combinen, como reza el primer mandamiento, lo comercial con lo intelectual, taquilla y trasfondo, en los que se arriesgue más allá de la subvención, porque, señores, en esta industria como en todo, calidad mejor que cantidad.

Antes de acabar me gustaría romper una lanza por Blanca, ya que como Alatriste es la primera de este calado y no se puede poner como ejemplo de sí misma, algo tenía que decir, pero espero que de aquí en adelante, la próxima vez que haya que explicar que tal o cual película es impresionante, podamos poner ejemplos sin cruzar ningún océano, que ya toca.