"¡¡Emilio!! Mira, que somos los vecinos, es que resulta que no nos ha dado tiempo ni a decir adios, que nos estaba esperando Jesús en... en la puerta y estaba en doble fila así queee llamo pa que... es que nos hemos ido con ellos a Benidorm, o vamos... vamos en carretera. Te digo por si veis que no estamos, que no creais que es que me he puesto peor ni ná es que nos vamos a Benidorm y así que eso es, nada más que... que es eso. Hala, un beso."
Este desconcertante mensaje es lo que me encuentro esta tarde cuando descuelgo el teléfono y activo el contestador de telefónica.
Según la amable señorita pregrabada, el mensaje lo recibimos el día 30 de abril, a las 7:40h.
De la identidad de Emilio, ni flowers, y de la identidad del que habla, que por un momento parece un mal imitador de Arévalo, menos todavía.
"Si desea contestar a este mensaje con una llamada, pulse asterisco" me informa la voz de la operadora y, por un momento, mi dedo se acerca peligrosamente a la tecla.
"¿Qué tal Benidorm por esta época del año, caballero?" me dan ganas de preguntarle. "No se preocuparía innecesariamente Emilio a causa de su ausencia ¿verdad?" "¿Y su salud? ¿mejor? bueno, aquí tiene a una humilde servidora para lo que sea menester".
Pero al final me reprimo, no sea que se piense que me estoy choteando y sea Emilio, encima, el que se lleve la bronca.
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