"Como la Tomasa en los títeres, hija mía, no pintaba nada allí, pero..."
Estoy en el autobús, leyendo, a mi lado, una tipa de unos 35 mal llevados, con pinta de euskalduna reconvertida en ejecutiva y aferrada a un maletón Tommy Hilfiger, habla por el móvil con una amiga, que más tarde averiguo que se llama Virginia.
Lo de la Tomasa me ha hecho gracia así que dejo de leer disimuladamente y pego la oreja.
"Ains, hija, qué lástima que te lo perdieras lo de la retreta militar... en la plaza de la villa, sí, policía, militares, todos... retreta militar lo llaman, sí, claro, y salían todos disfrazados con sus uniformes antiguos, los que se usaban hace siglos... más guapos que estaban... no, no dije nada, qué va, que no están las cosas para... no son tiempos estos para esas cosas, no."
La tipa habla sujetando el teléfono con la mano izquierda sobre la oreja derecha, como una contorsionista de esas de El circo del sol, y se cubre la boca con la mano libre, como cuando decimos confidencias o tratamos de hacernos oir en una discoteca.
"Pues no sé, en la página de Falange sí que he entrado, pero... no acaban de convencerme"
El libro que finjo leer se me escurre ligeramente de entre los dedos.
"Los de democracia sin embargo... dicen cosas guapas, sí, he entrado en la página web y me han convencido, oye, suenan bien, los de falange es que... para algunas cosas... no sé, no sé".
La muchacha - por llamarla algo- mira de reojillo en mi dirección, yo coloco mi libro para que pueda verlo bien: "Mrs. Dalloway" en inglés, y pongo mi mejor cara de guiri-minocomprender, mientras finjo adentrarme en los mundos de Virginia Wolf y agudizo el oido.
"Es que es lo que yo digo, ser facha (lo pronuncia con cierto retintín) ya no se lleva, ahora lo que se lleva es ser homosexual, es la moda... ya, yo tambien, prefiero no estar a la moda, desde luego... ¿tú crees que el senado pasara la ley de los homosexuales?... madre mía, sí, a dónde vamos a ir a parar".
Eso mismo pienso yo, porque no doy crédito a lo que estoy oyendo. Mi vecina de asiento cambia de tercio y continúa su charla con Virginia.
"Eso decía el otro, que podían haber elegido un Papa sudamericano... para que les ayudara algo... como si no tuviesen ya bastantes ayudas, no te jode, lo que faltaba, que llegan aquí y les regalan los papeles y el trabajo... ya te digo... y con el gobierno éste que tenemos... ¿Tú crees que durará cuatro años más?... joder, espero que no, ya... pero es que como esté ocho años... éste nos seca el pozo, te lo digo yo, nos seca el pozo..."
¡Dios de Israel! pienso yo, mientras miro con inusitada atención la Puerta de Alcalá, como si fuera mi primera vez, vaya, y aprovecho para echarle un vistazo más detallado al pico de oro que tengo a mi izquierda.
"Y viene Pedro y me pregunta que qué me parece Esperanza Aguirre... Pues una gran política, le digo yo... y me mira así, el tío... sí, sí, una gran política, le digo, vamos, como nuestro jefe, un gran político, que luego nos gustará más o menos lo que hace, pero es un gran político, joder"
Y, entonces, the penny drops, que dirían los ingleses, se me enciende la bombillita: ¡Esta tía trabaja en el ayuntamiento! Claro, se ha subido en el bus en Sol, su jefe, ese gran político... es Ruiz-Gallardón, nuestro querido alcalde... el de los bolardos asesinos. ¡Jesús... !
"Ahora, que como Rajoy no espabile... ¡Catastrófico! que diría Federico ¡la debacle! como repite tanto Federico en la radio..."
Ay la madre... que ahora me menta al Jiménez Losantos y poco menos que tuteándolo, la tía...
"Pues claro, si estaba yo arriba, en radio, que he subido a por unas cintas y me encuentro con un paquete de Marlboro y un mechero del PP y se lo bajo a Juan y me dice que es de Jorge, pero que no me preocupe porque sólo queda un cigarrillo. Pues si quieres quedarte el mechero... le digo yo y el tío da un respingo y me dice: con eso ni te me acerques, vamos ni tocarme con eso. Qué desfachatez, pero si del PP sale el dinero que te llega todos los meses, so mamón, no de los sociatas estos, a ver si te enteras, que aquí los únicos que aportan algo son los del PP, los únicos..."
El bus llega a mi parada, yo me acomodo la mochila al hombro, cierro el libro y me bajo como en una nube, alucinando... 20 minutos de trayecto, 20 minutos de charla ininterrumpida con Virginia y tiempo más que de sobra para arrastrar por el suelo a socialistas, apolíticos, homosexuales, hispanoamericanos e inmigrantes. Y aún le ha sobrado minutaje para cotillear sobre compañeros de trabajo y mencionarle a la tal Virginia que el guardia de seguridad... el del bigote, ha preguntado todos los días por ella y le manda recuerdos y deseos de una pronta recuperación.
"Pues menos mal que me ha pillado en fase zen-observadora-interesada-del-entorno-social-que- me-rodea" pienso mientras inicio el camino hacia casa. Porque llega a ser MJ la que le toca al lado y la crónica de mañana en la sección de sucesos podría haber sido antológica. ¡Lástima!
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