Volvía yo ayer a mi casa después de mi último examen siguiendo el consejo del ayuntamiento y haciendo uso del transporte público, que para eso está, cuando se sienta a mi lado un respetable caballero de unos 50 años, pelo cano bien peinado, ropa impecable y aspecto de buena educación y mejores maneras.
Yo, inmersa como estaba en mi libro, La Princesa Prometida -espedachines, peleas, tortura, veneno, amor verdadero, odio, venganza, gigantes, cazadores, hombres malos, hombres buenos, bellas damas, serpientes, arañas, bestias de toda naturaleza y descripción, dolor, muerte, hombres valientes, hombres cobardes, los hombres más fuertes, persecuciones, fugas, mentiras, verdades, pasión, milagro- pues apenas le presté atención. Hasta que, a mitad de trayecto, el respetable caballero ladeó su cuerpo ligeramente hacia el pasillo y soltó la más sonora pedorreta que os podáis imaginar.
Ajeno a la proeza que acababa de realizar, el caballero siguió charlando como si tal cosa con su acompañante, una respetable dama de unos 50 años, pelo teñido bien peinado, ropa impecable y aspecto de buena educación y mejores maneras, que estaba sentada al otro lado del pasillo.
Desconcertadísima y pensando que tal vez me equivocaba, dejé por un momento la lectura y observé con más detenimiento a mi compañero de asiento. No podía ser, sin duda se trataba todo de un error mío, el ruido provenía probablemente del motor del autobús, era imposible que alguien tan distinguido se dedicase a peerse en los coches de la E.M.T.
Como para aclarar mis dudas, el caballero me miró por un momento, sonrió tímidamente y, sin solución de continuidad, se ladeó ligeramente hacia el pasillo, como para compartir una confidencia con su pareja, y soltó un cuesco que habría hecho sonrojarse al mismísimo Francisco de Quevedo, tras lo cual se levantó y descendió del autobús dando el brazo caballerosamente a su acompañante.
Para que luego diga el concejal de transportes eso de: use el transporte público, rápido, cómodo, eficaz, libre de humos y sin emisión de gases. ¡JUAS!
2 comentarios:
si es q retener los gases es mu malo pa la salud.jejejejejej
Por lo menos no eran modelo VALLADOLID, porque si no ya habría sido el colmo. Pero es que el muy mamón además apuntaba en mi dirección y yo allí, empotrada contra la ventanilla, sin vía de escape.
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