miércoles, 6 de julio de 2005

Love is in the air

Lorenzo está enamorado. Bueno, la verdad es que no sé si está enamorado o simplemente embobado, pero el amor anda en el aire y se nota.

Lorenzo es el dueño de la cafetería en la que desayuno unas tres veces por semana.
Siempre voy a la misma hora y coincido con la misma gente y todos nosotros pedimos siempre lo mismo, de modo que basta con entrar en la cafetería y dar los buenos días para que Lorenzo sepa lo que tiene que servir.

Cuando entré hace una semana, Lorenzo se quejaba amargamente a uno de los parroquianos habituales porque su matrimonio se está hundiendo, su mujer quiere que venda el bar y amenaza con irse a casa de su madre llevándose al niño con ella. Lorenzo le dejaba muy claro a su confidente que entre el bar y su mujer, se queda con el bar, que está harto, que ojalá se marche y le deje tranquilo y que así no puede seguir.

No sé si su mujer habrá cumplido su amenaza y habrá huído a casa de su madre, pero cuando he entrado esta mañana en el bar, Lorenzo charlaba amigablemente con una clienta, a la que no había visto hasta la fecha. Instalados en una esquinita de la barra, Lorenzo y la misteriosa mujer -que no es su esposa- intercambiaban confidencias, risitas y miradas tiernas, miradas que no nos dedica al resto de sus clientes, os lo puedo asegurar.
Lo que se estaba desarrollando allí era una intensa sesión de juaneo en toda regla.

Me he tomado mi café con leche y mi tostada, mientras lanzaba furtivas miradas hacia la barra, entre divertida y curiosa por la escena que se estaba desarrollando delante de mí.

No sé si será amor, no sé si será un mero rollo o un simple flirteo, pero por primera vez en tres meses Lorenzo no ha gruñido, ni se ha quejado, ni ha dado gritos a los clientes coñazo, como suele ser habitual y en la cafetería se notaba un ambiente distinto, una cierta serenidad extraña de la que todos los presentes nos hemos contagiado.
Y no sé los demás, pero yo, a pesar de haber dormido fatal y de haberme comido un atasco épico, he llegado a la oficina con una sonrisa de oreja a oreja y un buen humor poco habitual en mí a esas horas de la mañana.
¡Qué bonito es el amor... o lo que sea!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mientras leia me ha venido a la cabeza una imagen de la cafeteria de amelie, con el ciente que tenia mala leche y se volvía un poco mejor con el amor. yo soy muy ñoña pero estoy pasando una etapa pelandruska y eso de que el barman se dedique a ligar con el cadaver de su matrimonio aun fresco me parece poco elogiable. Pero que coño, quien soy yo para juzgar a nadie
A disfrutar de los calores veraniegos