Muchos de los que me conocen se quedaron un tanto asombrados cuando hace dos años, ya trabajando y medianamente instalada en la vida, anuncié a bombo y platillo que volvía a la universidad.
No es que me hubiese vuelto loca y me plantease el seguir viviendo de la familia un mínimo de cinco años más, compagino estudios con trabajo, pero necesitaba, tal y como expliqué a todo el que me quiso escuchar, un reto intelectual, sentía que me estaba anquilosando mentalmente y volver a estudiar, enfrentarme de nuevo a conceptos desconocidos, ampliar mis conocimientos, me parecía una buena forma de huir de esa atrofia cerebral que el trabajo y la rutina diaria estaban provocándome poco a poco.
Estoy encantada con mi decisión y lo único que lamento es no tener más disponibilidad en cuanto a tiempo para poder asistir a cursos, seminarios y jornadas diversas. Si así fuera, no os quepa la menor duda, ahora mismo estaría en Huelva disfrutando de su último curso:
"Historia de la mierda: Cultura y Transgresión". Impartido por profesores y catedráticos llegados de toda España.
Y sin duda alguna habría tomado extensas notas en la conferencia inaugural de ayer, ofrecida por D. Manuel Alvar Ezquerra bajo el sugerente título: "Del vientre al diccionario: paseo por el campo de la defecación".
¿Qué más puede pedir una filóloga como yo?
1 comentario:
Me preocupas... y mucho!!!!
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