12:05 am. Ana y yo buscamos taxi por el centro de Madrid para volver a casa. El tráfico es casi inexistente y nuestras perspectivas de encontrar transporte rápidamente son más bien escasas. De pronto, a lo lejos, vislumbramos una lucecita verde que avanza hacia nosotras. "Allí, un taxi, corre".
Cruzamos la calle al trote y cuando nos acercamos, el taxista apaga la luz de "libre".
"¡Ostras, será cabrón!"
Ya junto a la ventanilla el taxista hace gestos negativos con las manos y farfulla algo que no entendemos, tiene cara de pocos amigos y una barba negra muy larga. Como el semáforo está rojo para coches, se tiene que quedar parado donde está -justo a nuestro lado- durante un par de minutos. Nosotras le miramos pasmadas, el taxista nos mira de reojo, con cierto desprecio, levantando la nariz hacia arriba, así como si hubiese algo que oliera mal, y vuelve a farfullar.
"¿Qué ha dicho?"
"No sé qué sur".
El semáforo se abre y el taxiste sale pitando.
"Puff, qué mal rollo me ha dado"
"Y a mí, parecía un talibán de esos, con la barba".
"Talmente ¿Tú crees que no nos ha cogido porque somos mujeres?"
"No sé"
"Es la primera vez que un taxista me acojona de esta manera antes de subirme al taxi"
Los taxistas kamikazes madrileños abundan, particularmente en horario nocturno.
Dos segundos después de que el taxi maldito desaparezca por la esquina aparece otro, también libre. Éste para cuando le hacemos un gesto. El conductor es un chico joven, simpático, que nos recibe con una amplia sonrisa y dos "buenas noches" muy sentidos.
"Vamos a Moratalaz, al centro cultural El Torito".
"Vale, me tendréis que indicar porque Moratalaz... "
A eso estamos ya acostumbradas.
"Creo que pocos compañeros míos conocen bien ese barrio es muy complicado"
"Como Aluche" añado yo "endiablado"
"Sí, sí, igual, en Aluche vivía yo"
Y se arranca el tío con un monólogo digno de El Club de la Comedia.
"Imposible orientarse por allí, los pobres pizzeros se volvían locos. Yo los veía desde el balcón. Cuando no echaban nada en la tele pues me salía al balcón a ver a los pizzeros pasar.... zzzuuum para arriba, dos minutos más tarde... zzzzummmm para abajo. Vamos, la pizza no es que te llegara fría es que te habían crecido los champiñones"
Ana y yo nos tronchamos de risa.
"Moratalaz igual, jejejeje."
"Sí, sí, vamos al Torito éste, solo no sé llegar"
"Pues es de los sitios más fáciles del barrio, porque está muy indicado, hay también un ambulatorio al lado"
"Que se llama la vaquita" apunta el taxista.
"Jejeje. No, no, se llama el torito también"
"Qué curioso, pues me lo voy a apuntar. El próximo día que coja a un turista y me pregunte por sitios tipical espanis ya sé donde traerle."
Cinco minutos más tarde llegamos a casa.
"¡Joder, qué buen rollo!" Y hacemos balance de la noche:
Cena en el VIPS: 24 €
Trayecto a casa: 7€
Espectáculo taxi-cómico para irnos a la cama con una sonrisa de oreja a oreja: No tiene precio.
2 comentarios:
Muy bueno y casi un milagro eso de un atxista majo y además con humor del bueno. Yo tengo como ídolo espiritual a un colega (Damian)que una noche pidió un taxi con otros dos colegas, entre ellos yo. El trío borracho perdido. El Damian se sienta, nosotros, ciegos, con él y va y dice: "A Juan Bravo 62. Y no me dirija la palabra". Como diría Pumares: "¡Oooobra maeeestra!".
Jejejejeje. Ya me gustaría a mí tener los redaños de decirle eso a más de un taxista, por que vamos...
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