Tengo la inmensa suerte de trabajar rodeada de amigos. Y no es que me lleve bien con mis compañeros de trabajo, que también, sino que mis compañeros de trabajo fueron amigos y compañeros de clase antes que colegas profesionales. ¡Un chollo!.
En la ofi, buen rollito, mucha guasa y una gran compenetración a la hora de trabajar ¿Qué más se puede pedir?
En mi caso poca cosa más porque, además de ser la única chica, resulta que trabajo con dos rubios de esos estupendos, cada cual en su estilo, que provocan (sin ellos saberlo) que todas mis amigas me envidien malsanamente.
Yo, como soy así de chula, vacilo a todos, a J, también conocido como Charlie, félizmente ennoviado y jefe de todo este cotarro, y a I, de misteriosa vida sentimental pero siempre dispuesto a quedar una tarde para ir al cine.
Y así, el otro día, salíamos de la ofi Charlie y yo y ya en la puerta, me vuelvo y le digo a I "hasta mañana, rubio"
Y a Charlie se le petrifica el rostro "creí que el rubio era yo".
"Bueno, rubios sois los dos"
"Ya, pero es que yo ya era 'el rubio', antes de que él llegara".
"Pues... ¿no estarás celoso'"
"Es que... bueno, él es más rubio que yo, vale, pero es que así es como me llamas y que ahora se lo digas a otro..."
I, tan vasco y socarrón él, apostilla:
"Oye, que yo soy rubio cien por cien natural, eh"
"Pues eso tendrás que demostrármelo, ya sabes" añado yo, que no pierdo ocasión.
"Jajajaja, cuando quieras"
Ya en la calle, me vuelvo a Charlie:
"¿De verdad que te ha molestado lo de rubio?"
"Pues... un poco" Reconoce avergonzado.
Y yo me descojono toa. Así da gusto venir a trabajar. Si me viera mi ex ahora.... cualquier de ellos.
2 comentarios:
Qué suerte tienen algunas...
No tanta como la suerte que tienen algunOs... y ellos sin enterarse.
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