martes, 3 de enero de 2006

Y entonces llegamos a Toledo...

Llegamos a Toledo el viernes, Fer y yo, a visitar a mi compañera de piso que anda instalada en la ciudad de las tres culturas.

¡Qué bonito, Toledo! ¡Cuán empinadas las p**** cuestas de Toledo!

Ana nos esperaba en la estación del tren.

- "Pues ahora cogemos el autobús, que nos deja al lado de casa, en cinco minutos estamos allí"
- "¿Autobús, con el buen día que hace?" dice Fer, perplejo "no, mujer, vamos andando, así vemos un poco la ciudad"

Ana le mira con cierto escepticismo

- "¿Estás seguro?"

Media hora más tarde, sudados, resoplando y con dolor muscular hasta en las orejas, llegamos a casa de Ana.

- "La vuelta es cuesta abajo ¿verdad?" pregunto con los ojos vidriados y agarrándome el costado.

5 comentarios:

Marta dijo...

Me da que Fer se arrepintió de sus palabras... ¡jajaja! Pobres.

Anónimo dijo...

jejejej me lo vas a decir a mi q la próxima vez me llevaré el piolet y los crampones.

aprendiz-de-mucho dijo...

Jajajaj!! la verdad es que toledo tiene muuuuchas cuestas!! Si os toco subir al casco histórico por la cuesta de la sangre o por la mayor seguro que acabateis agotados!! Pero eso si, seguro que mereció la pena, aunque solo fuera por la vista!!

fridwulfa dijo...

por la cuesta la sangre, sí, y sangre sudamos subiéndola.

Anónimo dijo...

mha! nenazas, se nota que no habéis hecho el trayecto leganés estación de oporto a patita, claro que yo estaba obligado pues no se me ocurrió otra cosa que acudir al trabajo (aquel día en esa ciudad dormitorio) sin dinero pa volver