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Ayer me fui al cine con Garlic. ¡Qué experiencia!
Me la llevé de sorpresa, sin decirle a dónde íbamos, aunque ella es lista y ya se olía que íbamos a ver una peli, pero le descolocó un poco que fuéramos a un cine de versión doblada.
-"Es que no la ponen en versión original".
Eso le olió mal, y con razón. Peor le olió a Ana, que estaba en el ajo de mi travesura y puso la primera excusa que se lo ocurrió para no venirse.
Compré las entradas y la metí en la sala con los ojos medio tapados para que no viera nada.
Soportamos trailers y anuncios mientras yo reía al más puro estilo "patán" y la pobre se iba poniendo cada vez más nerviosa.
- "Prepárate para dos horas de horror"
- "¿Es de miedo?"
- "No, no, es muy mala, ya verás".
Y entonces empezó la peli... "Uno para todas". No me dijo nada, pero me la imagino pensando para sus adentros "¿Qué cojones es esto?".
Esto no es el remake versión femenina de "Los tres mosqueteros", aunque su título así lo sugiera, sino una peli de adolescentes perdidas, amigas del alma que se separan durante el verano y se mantienen en contacto túrnandose para usar un par de pantalones vaqueros que "misteriosamente" les sientan de fábula a las cuatro, a pesar de ser de estaturas y perímetros distintos. ¡Qué cosas!
Cuatro amigas:
La casquivana con problemas no reconocidos desde que se suicidó su madre que se pira a un campamento de fútbol en México. (Impagables las escenas en el autobús cantando "La cucaracha" a grito pelado).
La modosita que se va a Grecia a visitar a la familia y se suelta la melena con un fornido pescador local.
La portorriqueña que se va a visitar a su padre, que la abandonara con 10 años, para descubrir que éste ha rehecho su vida y va a casarse con una rubia estupenda madre de dos adoslecentes dignos de la "familia Corazón".
La inconformista rebelde que se queda currando en un supermercado para poder rodar su "documierda" sobre lo asqueroso de la vida, sólo para conocer a una niña enferma de leucemia que le cambia los esquemas.
Y entre medias, unos pantalones vaqueros "mágicos". Coño, y tan mágicos. Dos meses rondando por medio mundo, cayendo al mar, rebozándose en arena, soportando jornadas de trabajo de ocho horas y los vaqueros IMPOLUTOS.
En resumen: un peliculón. Y lo bien que nos lo pasamos... No me reí más por respeto al resto de los espectadores (curiosamente todos por encima de los 30 años).
Y es que... no hay nada como una buena película mala de cojones para pasar el rato un domingo por la tarde.