viernes, 27 de junio de 2008

SantasPascuas's casual day (and night)


Este fin de semana el staff casi al completo de SantasPascuas s.l. parte hacia Ávila en lo que han denominado: I Jornadas de Convivencia y Celebración "¡¡qué cojonudo está este asado de bife, ché!!"

Vamos, resumiendo, que pretendemos invadir la casita que Junior (aka Clot) tiene en un pueblito de Ávila, pasar dos días de parranda, buena comida, parrishita argentina ¿viste?, baños en la poza, cervezuquis, partidas de twister y diversos divertimentos variados, que por algo está aquí ya el verano ¿no?

De semejante acontecimiento sólo pueden surgir dos cosas: la total y completa unión del equipo de guionistas/productores de SantasPascuas convirtiéndonos en la perfecta máquina de matar (creativamente hablando) o el total desmembramiento (en todas sus acepciones) de la empresa.

Sea lo que sea, que Dios nos pille confesados.

jueves, 26 de junio de 2008

El espíritu de la Eurocopa...

Ha invadido la sede de SantasPascuas:

Y esta noche...

Me sale el espíritu patriotero y sólo puedo exclamar a grito pelado esto mismo que proclama el globito de la foto:

lunes, 23 de junio de 2008

Cuando Dios cierra una puerta, abre una ventana


En este caso la puerta ha sido la de la terracita, así, de golpe ¡¡¡PUM!!! impulsada por la ventolera de la tormenta de verano que está cayendo sobre Madrid.

En la terracita estábamos mi roommie y yo, luchando con ese mismo viento cabrón que, además de cerrar de golpe la puerta de la terracita dejándonos encerradas en un espacio de poco más de metro y medio por 40 centímetros y a la intemperie; amenazaba con llevarse volando las sábanas que mi roommie había tendido media hora antes.

¡¡¡PUM!!! ha hecho la puerta de la terracita.
¡¡¡MIERDA, LA PUERTA!!! he maldecido yo y, soltando sábanas y pinzas y dejando a mi roommie luchando contra los elementos, he corrido a empujarla (la puerta), a ver si había suerte y se podía abrir. No se podía.

Allí estábamos las dos, pa vernos.
En pijama ambas, entiéndase: pantaloncito exiguo y camiseta de tirantes, que hace mucho calor en Madrid para dormir con nada más, sin teléfonos móviles con los que llamar al maravilloso cuerpo de bomberos para que viniera a rescatarnos y con pocas probabilidades de hacernos oir por nuestros vecinos en caso de desgañitarnos histéricas porque los truenos y el ulular del viento, en fin, como que ahogaban cualquier intento de comunicación por nuestra parte.

¡¡LA VENTANA!! He exclamado, llena de gozo. Y he dado las gracias por haber dejado la ventana del estudio entreabierta a pesar de la que se estaba armando fuera (rayos y centellas, truenos y relámpagos y un viento del carajo de la vela).

Así que, sin pensármelo dos veces, he abierto al máximo la ventana, me he encaramado al alfeizar de la misma y he tratado de colarme dentro de la habitación. Tarea complicada.
Definitivamente, todavía me sobran unos ocho kilos, si no para llegar a mi peso ideal, sí para deslizarme grácilmente por ventanas a medio abrir.

Haciendo equilibrios sobre el alféizar, he introducido medio cuerpo por la ventana, he logrado subir la persiana del todo y, por fin, pasar por completo al otro lado, bueno... lo habría hecho si no fuera por que: "¿Tú crees que la mesa del ordenador aguantará mi peso si me pongo de pie sobre ella?"

La mesa del ordenador es pequeña, de contrachapado, de esas de móntela usted mismo en cinco minutos. No sé si aguanta setenta kilos de peso, pero la cara que ha puesto mi compañera de piso ha dejado bien a las claras que ella lo dudaba mucho.

La única opción: saltar por encima de ella al centro de la habitación, tratando de esquivar la silla, claro, las catorce bolsas de plástico que hay por el suelo, las dos estanterías, la sillita pequeña, los papeles del banco de mi compañera de piso, la pila de cds de música clásica que saqué el otro día buscando inspiración para la pieza de Powerade, los... pufff, está claro que tenemos que ordenar este cuarto urgentemente... Si conseguimos entrar de nuevo en la casa, claro.

Para no tentar a la suerte y a los esguinces, me he quitado las chanclas, las he lanzado dentro del cuarto, lo más lejos que he podido y, sujetada por mi compañera de piso, que, cual Cristo crucificado, sostenía con la mano diestra una sábada de 2x2 medio amarrada aún a la cuerda y con la zurda mi codo derecho; he extendido un pierna dentro, he sorteado la mesa y he puesto el pie sobre la silla del ordenador (giratoria y con ruedas, tierra firme donda las haya).

Milagrosamente y aún sin saber cómo, he llegado sana y salva al suelo, he corrido a la cocina, he abierto la puerta de la terracita y he salido de nuevo para ayudar a mi roommie a luchar contra los elementos y rescatar su juego de sábanas.

- "Por un momento nos he visto aquí en la terracita, bajo la tormenta, toda la noche, y todo el día de mañana y..."

- "Como en el La caída de la casa Usher ¿no?. Nos encontrarían meses después, las marcas de nuestros arañazos desesperados claramente visibles en el cristal de la puerta"

-"Jejejeje. ¡Ostras, la puerta! ¿No se cerrará otra vez, verdad?"... ¡¡¡PUM!!!

viernes, 20 de junio de 2008

¡Qué viva!

¡Viva el veranito!
¡Viva el calorcito!
¡Vivan los coches sin aire acondicionado!
¡Y vivan los atascos de la M-30!



Aluego enllegando a casa m'enterau del porqué

miércoles, 18 de junio de 2008

Otra despedida más

Tuve la suerte, de niña, de crecer encima de un cine de barrio de esos de doble sesión. Dos pelis por 125 pesetas, pantalla grande, cortinas que se abrían al comenzar la proyección y se cerraban al finalizar los títulos de crédito, con un timbre que avisaba dos minutos antes del comienzo de la sesión para que no te perdieras ni el rugido del león de la Metro, una taquillera que se llamaba Pepa y un
acomodador que se llamaba Pepe. (Verídico)

En ese cine pasé muchas tardes y en ese cine vi muchos de los grandes títulos clásicos de la historia del cine porque, durante el verano, tiraban de almacén y reponían verdaderas maravillas.

Así, una tarde podías ver del tirón y por precio único "Piratas" de Roman Polanski y "Robin Hood" de Michael Curtiz.
Con semejantes joyas me crié y pasé gran parte de mi infancia soñando e imaginando, jugando a piratas y bandoleros, vaqueros e indios, marineros y pioneros, arqueros británicos y espadachines franceses. Porque yo, de pequeña, no jugaba a princesas y damiselas de la corte, yo quería ser D'Artagnan, el temible burlón, Robin Hood, un fiero pirata o un intrépido marinero empeñado en doblar el Cabo de Hornos pesara a quien pesara, eso sí que era divertido: Aventuras, aventuras y más aventuras.

La única concesión que hice jamás a la hora de imaginar, la hice con Central Park, un coche de caballos y un vestido blanco.
Porque la única mujer a la que realmente envidié, la única mujer en quien quise convertirme cuando fuera mayor fue ella, para así poder bailar en la oscuridad con Fred Astaire.

Habemus niña sana.


Pues nada, muchas gracias a todos los que habéis demostrado vuestro interés y preocupación por el bienestar de mi sobrinilla.
Marieta ya está en casa. Ha ido todo bien y no parece muy traumatizada por la experiencia (que es lo que más me preocupaba a mí).
Al final, como ella misma ha reconocido, no ha sido tan malo eso de dormir en el hospital: ha aprendido a hinchar globos y se lleva a casa un juego de bata, gorro y mascarilla de quirófano que le han regalado para jugar a los médicos comme il faut, creo que a las enfermeras les ha encantado saber que en casa tiene un maletín de médico con un tensiómetro igualito al que usan ellas y que se le da estupendamente tomarnos la tensión a todos.

Una aventura más para contar a sus amigos del cole cuando vuelva.
Besos de su parte a todos los amigos de su tía que han preguntado por ella.

martes, 17 de junio de 2008

Marieta


Hoy operan a mi sobrinilla. No es nada, una tontería, una cosa casi rutinaria, una nadería... pero con anestesia general, intubada, métodos clásicos de bisturí y puntos de sutura.
Y a mí me parte el alma imaginármela en el quirófano, tan chiquitilla ella, rodeada de señores de verde con gorro y mascarillas, aparatos raros por todas partes, ruidos extraños...
Ains. Qué jodido es esto de la imaginación, cojona.

lunes, 9 de junio de 2008

Contra la depresión...

Malos tiempos para los alegres de corazón, desde luego. El tiempo no ayuda, la mala racha se extiende más de lo que debería y, respondiendo a la pregunta de James Stewart, "my glands are NOT on friendly terms", pero afortunadamente, siempre nos quedará "Cantando bajo la lluvia" (en estos días más apropiada que nunca, la verdad), los conciertos disparatados del Rat Pack y, Dios bendiga al youtube, el show de Dean Martin.

Es difícil mantener hasta la más pertinaz de las depresiones cuando James Stewart, Orson Welles y Dean Martin acuden a la peluquería.
Sí, ya sé que está en inglés, pero aunque no entendáis ni patata, sólo ver a esos tres haciendo el moñas y tratando de no descojonarse de risa de forma demasiado evidente, ya merece la pena.