miércoles, 19 de octubre de 2005

Os voy a contar una historia

Sí, os voy a contar la historia de la polla de Carmela. Dicho así suena fatal, lo sé, así que mejor comienzo por el principio.
En julio me fui a Londres, de escapada de fin de semana, y como soy así de cumplidora, traje regalitos y recuerdos para diversas amistades y familiares: un libro por aquí... un cajita de té por allá... un imán para la nevera por acullá. Y a Carmela, siempre especial y singular ella, opté por traerle un regalo especial y singular, un pack "Grow your own Willy". Es decir, una pilililla mágica, de unos cuatro centímetros de longitud que, según anunciaba el cartonaje que la acompañaba, crecía misteriosamente al sumergirla en agua hasta alcanzar un 600% de su tamaño.
Buen regalo, no me lo negaréis.


A Carmela, desde luego así se lo pareció. Y me informó de que en cuanto llegara a casa pondría en marcha el experimento a ver si la cosa, efectivamente, crecía con el agua en lugar de encoger, como ocurre con las de verdad.

Tengo que aclarar, que además de divertido y sorprendente, el invento del la pilililla que crece tiene su suspense, porque el proceso lleva aproximadamente unos tres días, tres días que tienes que tenerla sumergida en agua para que alcance su máximo pontencial, los 24 centímetros que calculamos llegaría a medir al final.

Carmela llegó a casa, buscó un vaso lo suficientemente grande como para albergar esos 24 centímetros finales de glorioso plástico hinchable, lo llenó de agua y metió dentro el invento.

"Iré fotografiando el proceso" me había dicho cuando nos despedimos.

Y tal y como había prometido, hizo una primera fotografía del asunto recién sumergido. Fue entonces, y sólo entonces, cuando se dió cuenta de que para el proceso de crecimiento había elegido el vaso más grande que tenía que, casualmente, era el vaso medidor.



Perfecto, desde luego, para seguir atentamente el proceso evolutivo del "aparato".



A los dos días la cosa había aumentado su volumen considerablemente.



A las 72 horas había alcanzado todo su potencial.

-"Primiiii" Carmela se moría de risa al otro lado del teléfono " que esto ya está, que ya está"

-"¿24 centímetros?"

-"Qué va, al final sólo 19, pero es que no sabes lo mejor..."

-"¿Hiciste las fotos?"

-"Sí, sí, hice las fotos y tuve que andar probando con la cámara para que se viera bien y se leyeran los números del vaso y no se reflejara demasiado el flash y anduve primero con un programa y nada, probé con otro y nada de nada y al final ¿sabes con qué programa de la digital salieron mejor las fotos?"

-"¿Con cuál?"

-"Con el programa para fotografiar comida" Y Carmela se deshace en carcajadas.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuánto saben las cámaras modernas

fridwulfa dijo...

ya te digo!

Anónimo dijo...

Ays, con lo petit que era ello... Creo que me voy corriendo a poner las juggies en remojo, a ver si es necesario que sean de plástico

Anónimo dijo...

JAJAJAJAJAJAJAJA, es q me estoy a imaginando a carmela haciendo las fotos y es q no puedor, jajajaj

Anónimo dijo...

Ay Grainne Murphy de mis entretelas, no te imaginas el show!!! Estoy por volver a sumergirla, a ver si se anima un poquito más y llega a sus 24!!! (por cierto primi, que solo llega a 11... :(((( una pena, oiga!) Besosososos

Anónimo dijo...

Ay Carmela!

Awake at last dijo...

Eso es que con el agua española no crece tanto, seguro que con la de las tuberías de Londres, con todos los bichitos ricos que debe llevar, te crece hasta los 30 cms. si me apuras, XDDDDDD

Anónimo dijo...

JAJAJAJAJ por cierto me hubiera encantado ese posible registro de maleta en el aeropuerto de Luton JAJAJAJAJAJAJAJ

fridwulfa dijo...

¿Y de grosor, Carmela?