Por el patio, hasta ese momento totalmente silencioso se oye un estruendo de cristales rotos y comienza una feria de gritos, llantos de niños y amenazas.
- ¡César, por Dios!
- ¡Que no he hecho nada!
- César, estáte quieto.
- ¡Me mato, juro que me mato!
- ¡¡César, deja ese cuchillo!!
Más ruidos, forcejeos, llantos, gritos histéricos, muebles rotos, amenazas de matarla a ella, amenazas de matarse él, intentos de dos mujeres por calmar a César, intentos de un hombre por sostener a César, un niño berreando, más cacharros rotos, más gritos de César diciendo que está muy loco (no hace falta que lo jure)
Tras veinte minutos de semejante numerito, cojo el teléfono y llamo al 092, pensando, entre otras cosas, que la comisaría municipal está en la esquina y debería llegar alguien en menos de 5 minutos.
- 092 ¿dígame?
- Buenas noches, mire, hay un lío tremendo en el bloque de al lado, hay un hombre, no sé si borracho, o drogado o ambas cosas amenazando con matarse, con matarla a ella, rompiéndolo todo, discutiendo, toda una familia histérica llorando y tratando de convencerle para que deje un cuchillo.
- ¿En dónde están?
- Pues yo estoy en el número 14, el barullo viene del número 12, no sé qué piso, pero creo que debe de ser el segundo.
- ¿Se oye desde la calle?
- No, por la calle no se oye nada, se está oyendo todo por el patio.
- Es que... si desde la calle no se oye ¿cómo van a saber los agentes a qué piso subir?
- ... Pues no sé, señorita, yo si quiere me quedo escuchando y cuando el tal César mate a toda la familia y terminen los gritos, ya si eso le pregunto en qué piso está ¿le parece?
El numerito terminó una hora más tarde, cuando apareció la patrulla de los munipas ya habían llegado cuatro zetas de los nacionales, dos coches de servicios sociales del ayuntamiento y una ambulancia y para entonces César seguía con el cuchillo en la mano y amenazando con matarse, pero en el portal. Evidentemente los Munipas no necesitaron averiguar de qué piso venía el barullo (era el tercero) y tampoco necesitaron intervenir. Se limitaron a saludar a los presentes, subirse al coche y dar media vuelta.
Muy tranquila me quedé yo sabiendo lo útil que es tener la comisaria en la esquina y lo eficientes y bien preparados que están los telefonistas del 092. Manda huevos
2 comentarios:
¡Ah, qué maravilla, qué eficiencia en el servicio! ¡Así da gusto!
Dado que me piden que mi aportación sea chisposa, no haré ninguna aportación a este artículo en concreto.
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