Es un hecho incontestable que en el último año me he echado encima unos 12 kilos, gramo arriba, gramo abajo.
Cosas que pasan: la edad, la fijación oral (no la de Shakira, sino la de dejar de fumar), la vida sedentaria... y sobretodo, sobretodo... LA MALDITA OFICINA.
Sí, porque en la oficina nos gusta regalarnos con lo mejorcito, oiga usted, y lo mejorcito suele ser, por supuesto, lo mejorcito de comer.
Walter tiene la fea costumbre de llegar cargado de pastas irresistibles cada vez que hace una escapa al norte a ver a la familia. Es decir, unas dos veces al mes.
Ana aparece con galletas y patatas fritas una vez en semana.
Y los demás colaboramos esporádicamente con lo que nos va surgiendo.
Pero este mes se ha llevado la palma. Primero fue Walter con su habitual surtido de pastas de té para todos y su regalo especial para mí: un bote de mermelada de CARAMELO CON NUECES.
A la semana cai enferma y mis compañeros, siempre tan considerados ellos, decidieron animarme enviándome a casa una caja de bombones del tamaño de Brasil, más o menos.
Cuando pude reincorporarme al trabajo llegó Charlie con una caja de hojaldres con miel recuerdo de su fin de semana en León y tres días más tarde su madre, con una caja de alfajores recuerdo de su viaje a Buenos Aires.
Ni que decir tiene que mi compa de piso está encantada con los "gananciales". A mi báscula, sin embargo, no parece hacerle tanta gracia.
- "He traído una caja de mini-oreos" me informa Walter esta tarde "ah, y Mecha nos ha dejado un bizcocho" y me señala un bizcocho gigante que reposa sobre la nevera.
- "Bueno ¡¡¡¡BASTA YA!!!! ¡¡¡¡BASTA YA, COÑO!!!! ¡¡¡NO LO SOPORTO MÁS!!! A partir de ahora, el que quiera contribuir... que traiga MANZANAS."
Hasta entonces, sin embargo, y como una es agradecida y eso de tirar comida está muy feo... Aquí estoy: comiendo mini-oreos con guarnición de alfajores.
¿Y de postre?
...
¡¡DE POSTRE TENEMOS MERENGUE!!
