Llegamos a Toledo el viernes, Fer y yo, a visitar a mi compañera de piso que anda instalada en la ciudad de las tres culturas.
¡Qué bonito, Toledo! ¡Cuán empinadas las p**** cuestas de Toledo!
Ana nos esperaba en la estación del tren.
- "Pues ahora cogemos el autobús, que nos deja al lado de casa, en cinco minutos estamos allí"
- "¿Autobús, con el buen día que hace?" dice Fer, perplejo "no, mujer, vamos andando, así vemos un poco la ciudad"
Ana le mira con cierto escepticismo
- "¿Estás seguro?"
Media hora más tarde, sudados, resoplando y con dolor muscular hasta en las orejas, llegamos a casa de Ana.
- "La vuelta es cuesta abajo ¿verdad?" pregunto con los ojos vidriados y agarrándome el costado.
5 comentarios:
Me da que Fer se arrepintió de sus palabras... ¡jajaja! Pobres.
jejejej me lo vas a decir a mi q la próxima vez me llevaré el piolet y los crampones.
Jajajaj!! la verdad es que toledo tiene muuuuchas cuestas!! Si os toco subir al casco histórico por la cuesta de la sangre o por la mayor seguro que acabateis agotados!! Pero eso si, seguro que mereció la pena, aunque solo fuera por la vista!!
por la cuesta la sangre, sí, y sangre sudamos subiéndola.
mha! nenazas, se nota que no habéis hecho el trayecto leganés estación de oporto a patita, claro que yo estaba obligado pues no se me ocurrió otra cosa que acudir al trabajo (aquel día en esa ciudad dormitorio) sin dinero pa volver
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