Fridwulfa's GPS

No hay nada peor que perder las habilidades y/o características personales por las que una es conocida.
A estas alturas de la vida me he hecho ya a la idea de perder mi fantástica figura -ejem, ejem- por culpa de esos kilillos de más que tanto se me resisten, de perder el color natural de mi pelo por culpa de esas tempraneras canas hereditarias que tanto fascinan a mi peluquera y de perder en general toda una serie de habilidades físicas por culpa de la edad y ese catálogo de lesiones crónicas propias de vademecum de traumatólogo que padezco.

Lo que jamás pensé que perdería es mi fino sentido de la orientación y mi detallado conocimiento de las calles de Madrid, esa capacidad de moverme por la ciudad nombrando todas y cada una de las calles por las que voy a pasar sin dudarlo una sola vez que tanto choteo genera en alguno de mis conocidos.
-¿Qué pasa? Cuando me monto en un taxi me gusta decirle al taxista las calles por las que quiero que me lleve-.

Jamás pensé -decía- que perdería mi sentido de la orientación... hasta que llegaron Jarra y Chache, cántabros ellos, y se subieron a mi coche. Ayer me hicieron batir el record de despistes de orientación al volante: cuando les recogí, de camino al aeropuerto a por Carmela y de regreso del aeropuerto con Carmela. Pero me lo tomaré con ese optimismo que me caracteriza, siempre hay una primera vez para todo, para recorrer la M-11, por ejemplo, o para ir del aeropuerto al centro de Madrid vía Plaza de Castilla.

Recogida en aeropuerto y turismo por vía de circunvalación madrileña: Servicio de taxi 2x1 Fridwulfa. ¿Y quién quiere GPS?