Y aquí estoy, en la Bella Easo, disfrutando del festival (hasta el momento dos pelis, ninguna de ellas para tirar cohetes).
El viento ruge, ruge de tal manera que cruzando el puente Zurriola, camino del Kursaal, los paseantes despistados se llevan más de una ducha de agua salada.
Extraña sensación ésta de pasear por la ciudad en la que nació y se crió mi madre, recorrer su antiguo barrio, visitar la que fuera su casa y tomar pinchos en alguna de las tabernas por las que andaba su cuadrilla hace 40 años.
Si Paco Lobatón me viera ahora, se pondría en pie y me aplaudiría, palabrita del niño Jesús.
1 comentario:
Que bonitoooooooooo!
Besos tiernos de tu Gabacho.
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