Todos sabemos que el gallego impasible es... eso, impasible. Nada le afecta, jamás le he visto enfadado (y le conozco desde hace ocho años) y su capacidad de concentración es largamente envidiada por todos los de esta oficina.
Por eso nos hemos extrañado tanto esta mañana... Estábamos Walter y yo en el despacho de Charlie babeando con la edición del anuario del Club de Creativos cuando hemos oído a alguien gritar en la otra habitación. Al asomarnos hemos descubierto, anonadados, al gallego impasible asomado al balcón y soltando imprecaciones a voz en grito en dirección a la calle.
En dirección, hemos descubierto después, de un gilipollas montado en un Audi4 y con un sospechoso parecido a Kiko Matamoros, que tocaba el claxon insistentemente bajo nuestro balcón.
Así que, en vista del panorama, hemos hecho lo único que podíamos hacer: hemos relevado al gallego no-tan-impasible en el balcón y hemos hecho turnos para insultar al calvo.
3 comentarios:
Qué asco me dan estos mamarrachos que se dedican a tocar el claxon a la mínima ocasión. Pero si encima es un tipejo de estos que viven de la basura ajena y/o de la gente basura ya es doble motivo para matarlo.
Pues no, no era Kiko Matamoros, pero podría haber sido su doble, desde luego, misma cara de asco y todo.
Un gilipollas redomado.
Jamari: nos salengranos de volver a leer tus crónicas de "loca oficina...". A ver si te desocupas y pillas ritmo, que es lo que tiene mal acostumbrar al personal. Yo estoy en ello, aussi...
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