viernes, 30 de noviembre de 2007

Leyes de Murphy a la hora de hacer la compra

La ley de Murphy establece que el día ése en que más prisa tienes, es el día en que te toca delante el petardo/a con ochentamil preguntas absurdas al tendero de turno, para que, además del tiempo, pierdas la paciencia.
La ley de Murphy también establece que las probabilidades de que no tengan el artículo que estás buscando, son directamente proporcionales al tiempo que pasas esperando a que te atiendan y, probablemente también, al grado de estupidez de las 187 preguntas que plantea el cliente que tienes delante.

Hoy he podido comprobar en carnes lo muy arcertadas de estas leyes de Murphy.
Esto me pasa por ser buena y hacer favores a los amigos. Lo que debería hacer en realidad cuando vienen y te piden que les prestes un móvil y, ya que estás, les compres también la tarjeta prepago así no se lían, es mandarles al carajo, explicarles que comprar una tarjeta prepago para el móvil no requiere titulación de postgrado y tú, que tienes que trabajar, no puedes perder el tiempo esperando mientras compruebas el nivel de estulticia generalizado de los clientes de Orange de la tienda de la calle Arenal. Que aprovechen ellos, ya que están de vacaciones, y en uno de sus paseos recreativos por la calle de Gracia, la Rambla o la Plaza de Cataluña entren en cualquiera de las cienes de tiendas Orange que hay en Barcelona y la compren ellos mismos.

Eso es lo que debería hacer en estos casos y también lo que NO hice en este caso concreto.
Como consecuencia, he tenido que esperar pacientemente mientras la empleada de la tienda explicaba, también pacientemente, a la señora que tenía yo delante, cómo poner el móvil en silencio, cómo cambiar la melodía de respuesta, cuál es el teléfono de atención al cliente de Orange ("el 1414" "1414, bueno, luego me lo recuerdas para que me lo apunte") cómo activar y para qué sirve el "blutú", qué son los SMS, cómo escribir mensajes de texto en el móvil y enviarlos y, finalmente y para rematar la jugada, a qué botón hay que dar para RESPONDER cuando te llaman al móvil.

He esperado con paciencia y buen humor, con un sorprendente control de mis bajos instintos que me susurraban cada dos minutos consignas del estilo de "descojónate en su cara, mujer, que lo estás deseando" o "por DIOS, DALE CUATRO VOCES DE UNA VEZ PARA QUE SE LEA LAS INSTRUCCIONES DEL MOVIL Y DEJE DE DAR POR EL ORTO".
He conseguido controlarme hasta que la señora se ha ido, ha llegado mi turno y la dependienta me ha informado amablemente de que lo sentía mucho pero "no nos quedan tarjetas prepago".

No sé que voy a hacer ahora, porque ha pasado una hora, dentro de dos más tengo que salir para el aeropuerto y no creo que con este ataque de risa histérica que todavía tengo, me dejen ni acercarme al avión que tengo que tomar. Al fin y al cabo, no nos engañemos, por mucho menos que esto se llevaron esposado a Melendi de una aeronave de Iberia.

martes, 27 de noviembre de 2007

El cabrón del Scorsese

Al cabrón del Scorsese le llegaron los señores de Freixenet y le propusieron encargarse de la publicidad de este año. Como buen cliente que se precie, le pusieron unas condiciones, claro: que apareciese una botella de cava (Freixenet, obvio), que se viera un brindis y que apareciera la palabra "Reserva".

A cambio, para endulzar el encargo, le dieron carta blanca creativa y, supongo, todo lo que quiso pedir a nivel de recursos y presupuestos.

El resultado es uno de los mejores docu-cortometrajes de todos los tiempos (no exagero, no), una de las mejores piezas de publicidad que haya visto en muuuuchos años y el mejor homenaje a Alfred Hitchcock que pueda recordar.

Envidia malsana me da, envidia de las que se vuelven tiña. ¡Qué cabrón el Scorsese! Y lo mal que ha debido de pasárselo haciendo esto...

lunes, 26 de noviembre de 2007

¡MWAAAA! ¡¡¡MWAAAAA!!!

Dicen los que saben de esto que el secreto de toda buena comedia no está en la acción, si no en la reacción.
Fijaos en las caras de Walter Matthau mientras Jack Lemmon la monta parda y ya me diréis si tienen o no tienen razón.



Gracias, Walter, por pasarme el vídeo

lunes, 19 de noviembre de 2007

El universo se expande

Ea, en respuesta a una pregunta (perogrullo, sal de mi cuerpo), que me han hecho esta misma tarde.



El universo se expande y moi está de bajón. Cosas que pasan.

jueves, 15 de noviembre de 2007

It had better be tonight

Yo tuve un novio que bailaba así, tal cual Peter Sellers. No diría que esa fuera una de las razones por las que acabé dejándole pero... casi, casi.

martes, 13 de noviembre de 2007

Forever cool

- "Creo que esta noche toca Cantando bajo la lluvia"

Walter se parte de risa

- ¿Tan mal está la cosa?

- Peor

Cantando bajo la lluvia
es mi talismán anti-depresión, cada vez que me da un bajón y necesito estímulo externo para no venirme abajo, recurro a ella. Es imposible no contagiarse por su optimismo y buen rollo y no falla nunca, oye.

Desgraciadamente la sesión vinícola con Walter se demoró demasiado y cuando llegué a casa era demasiado tarde y estaba demasiado achispada como para sentarme a disfrutar de Gene Kelly&co, así que me he buscado una alternativa.

Mi alternativa antidepresión, que además (oh, maravilla de las maravillas) puedo disfrutar en la oficina, aparece en un dvd del Rat Pack que tengo hace varios años.
Mi alternativa antidepresión es una actuación memorable de Dean Martin, el más cool de entre los crooner de su generación -y sí, eso incluye a Sinatra, que era muy grande pero por otras cosas- y, en concreto, este tema (el que habla interrumpiéndole es Sinatra, que se dedica a vacilarle entre bambalinas)


viernes, 2 de noviembre de 2007

Fridwulfa tiene todas las respuestas

En algún momento del pasado reciente que todavía no he llegado a determinar, esa máxima que repiten varios de mis amigos de "Fridwulfa siempre tiene razón" se ha pervertido hasta convertirse en un preocupante y nada cierto "Fridwulfa tiene todas las respuestas".

Y la verdad es que es un tema que me preocupa porque, además de encontrarse bastante alejado de la realidad, puede llevar a situaciones embarazosas y un tanto difíciles de explicar.

Situaciones como la del viernes pasado, cuando Walter irrumpió en plena reunión de brainstorming con la plantilla al completo y, sin mirar a nadie más, cruzó la habitación hasta llegar a mi lado para descolocarnos a todos con un estentóreo "Oye, Frid ¿yo qué talla de pantalón uso?"

En fin, que Fridwulfa siempre tiene razón, pero no necesariamente tiene todas las respuestas, aunque en este caso podemos afirmar sin temor a equivocarnos que Walter usa una talla 42 de pantalón.